sábado, 21 de febrero de 2015

Cristianos con mentalidad pagana





Dios llama a la conversión. Por muchos y enormes que sean los pe­cados de algunos, Dios no quiere la venganza, la "justicia" ya, o la re­vancha, sino el arrepentimiento, la enmienda: no quiere condenar a na­die, sino salvar a todos. Pero es necesario el arrepentimiento.


Según la mentalidad del A.T., toda calamidad general, ha de atri­buirse a una falta conocida o desconocida de un individuo o de todo el pueblo, contra la divinidad. Hay una propensión a considerar el mal, la aflicción, el dolor, etc., como una sanción por una falta o culpa.


Para no caer fácilmente en la tentación de estimarnos mejores que los demás, ya que sentimos una fuerte inclinación a juzgar con dura severidad a los otros, Jesús nos enseña hoy que nunca debemos consi­derar las pruebas que Dios nos envía, o las "desgracias" que permite, co­mo castigo de una falta o pecado. Es más; no pocas veces, los que no padecen algún contratiempo o prueba, pueden ser más pecadores que los otros. Esto mismo es una razón poderosa para que no descuidemos jamás un asunto tan importante como lo es el de la conversión perso­nal, y también colectiva.



Generalmente se cree que la "conversión" es una actitud que de­ben adoptar los grandes pecadores, los que manifiestamente no viven, no practican la religión cristiana que dicen profesar. Sin embargo, la conversión, que va indisolublemente unida con la penitencia, pertenece a la esencia misma del Reino (Iglesia) predicado e instaurado por Jesús. Una sincera y auténtica conversión no implica tan sólo arrepentirse de los pecados pasados y reparar las faltas con medidas contrarias, sino que exige también la "metánoia", esto es, un cambio en el modo de sentir, de apreciar, un cambio total de criterios. Esto es lo que predicó el Bau­tista; este es el sentido de la "conversión" que exige Cristo, como condi­ción básica para pertenecer a su Reino.


Hoy, lamentablemente, se quiere ser cristiano con mentalidad total­mente pagana. Como si ello fuera poco, lo más triste y aberrante es que no pocos quieren imponer a los demás esa mentalidad pagana presen­tándola como una auténtica y "renovada" religión cristiana. Así es dable comprobar cómo algunos que se dicen cristianos, pero que no saben ni hacerse bien la señal de la cruz y mucho menos interpretar su sentido y significado. Al que se mantiene fiel al Evangelio, lo consideran "atrasado", "fosilizado", ene­migo del "avance" (¿reculativo?), del "progreso". Por eso es triste escuchar sandeces y burradas, en tono mayor, como ésta: "Yo soy católi­co... y apoyo el divorcio... defiendo el aborto". Ya es muy mala se­ñal cuando se empieza por hacer "profesión" de fe católica o cristiana antes de exponer su idea o pensamiento. Los ignorantes más audaces pretenden confrontar la ignorancia y estupidez de una "supuesta" mayoría, igno­rante o pervertida con la sabia doctrina del Evangelio, contradecir en su sacrílega osadía al mismo Dios.

Con esta mentalidad pagana se pretende erigir al hombre en le­gislador y no en súbdito de la ley divina. ¡Cuántos cristianos de menta­lidad pagana, concurren a bailes y diversiones donde se vilipendia la virtud en tiempo de Cuaresma! Justamente cuando la Iglesia, durante la Cuaresma, "de institución apostólica", en el decir de San León Magno, invita a sus fieles a un mayor recogimiento, más oración y penitencia, los "renovados cristianos siglo XX", contradicen al mismo Jesús con su conducta...
En: Mano a mano con el Obispo de San Rafael, p. 220-221.

1 comentario:

  1. cuantas cuaresmas nos da el Señor para que aprendamos esto y lo practiquemos, ¡que paciencia me tienes, Dios!

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