En Manila, la situación extraordinaria hubiera requerido medidas extraordinarias
¡¡¡Hostias en el lodo!!!
Al celebrar en la Eucaristía la presencia real,
verdadera, auténtica de Jesús en la Iglesia por Él fundada, estamos
reconociendo la verdad fundamental de nuestra fe; estamos poniendo y
manteniendo "la raíz y el quicio de toda la comunidad cristiana"
(Preb. Ord. 6)... Suprimir [o desvirtuar el sentido de] la Eucaristía en la
Iglesia es como quitar el corazón a un cuerpo, es como destruir el cimiento de
un edificio.
Cristo dijo: "Yo estaré con vosotros siempre
hasta el fin del mundo" (Mt. 28, 20)... Donde está presente de un modo
único es en la Eucaristía. Santo Tomás de Aquino, el gran teólogo, devotísimo
del Sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Jesús, prueba la preeminencia de la Eucaristía respecto
de los demás sacramentos por el contenido
de la misma; por la subordinación de
los demás sacramentos a la Eucaristía; y por el rito de los demás sacramentos, que en su mayoría se completa con la
recepción de la Santa Comunión.
Respecto al contenido, dice que en este Sacramento
no hay, como en los demás una virtud (fuerza, poder) otorgada por Cristo para
darnos su gracia, sino que es Cristo mismo quien se halla presente; Cristo,
fuente, origen de todas las gracias; Autor de toda la gracia.
¿Tenemos cabal conciencia de todo esto?
(“Cuerpo sin corazón, edificio sin cimiento”, en:
Mano a mano con el Obispo de San Rafael, p. 123-124)
Naturalmente que en una sociedad, en un mundo
dominado por el sentido egoísta de la vida, de la existencia, la PRESENCIA de
Jesús en la Eucaristía, es un signo casi sin valor: poco o nada dice a una
enorme mayoría.
(Mano a mano con el Obispo de San Rafael, p. 122)