Cuenta una leyenda, que las voces que se gritan en el desierto, quedan "enredadas en el aire y vuelven con cada viento fuerte". [¿Será por eso que ha vuelto la voz de este Obispo?]

"¡Conviértanse! ¡Cambien de vida! Prepárense para recibir al Salvador, a Jesús, el Mesías; el Cristo, el Señor".
Y digo "distintos desiertos", porque desde aquel desierto de arena y arcilla, de insectos y de arbustos silvestres que transitó Juan Bautista hasta hoy, son muchas las escenografías que han cambiado. Hoy, tenemos delante un desierto de cemento y edificios, de semáforos y antenas de televisión. Y los profetas de nuestro tiempo siguen predicando con su voz después de haber transitado todas las arideces imaginables.
Hace 2000 años, Juan preparó la llegada de Jesús y muchos todavía no nos enteramos. Por eso, pasados quince días de la última Navidad, sería bueno preguntarnos: ¿Hemos recibido al Salvador? ¿Lo tenemos como compañía en este nuevo año que se nos presenta por delante?
De nosotros depende que las palabras que nos alientan a vivir un año mejor, no sean voces que se pierden en el viento...
(Comunidad, n. 745, 8 de enero de 1989)
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