viernes, 30 de enero de 2015

Comunión en Manila (2)



En Manila, la situación extraordinaria hubiera requerido medidas extraordinarias

¡¡¡Hostias en el lodo!!!


Al celebrar en la Eucaristía la presencia real, verdadera, auténtica de Jesús en la Iglesia por Él fundada, estamos reconociendo la verdad fundamental de nuestra fe; estamos poniendo y manteniendo "la raíz y el quicio de toda la comunidad cristiana" (Preb. Ord. 6)... Suprimir [o desvirtuar el sentido de] la Eucaristía en la Iglesia es como quitar el corazón a un cuerpo, es como destruir el cimiento de un edificio.

Cristo dijo: "Yo estaré con vosotros siempre hasta el fin del mundo" (Mt. 28, 20)... Donde está presente de un modo único es en la Eucaristía. Santo Tomás de Aquino, el gran teólogo, devotísimo del Sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Jesús, prueba la preeminencia de la Eucaristía respecto de los demás sacramentos por el contenido de la misma; por la subordinación de los demás sacramentos a la Eucaristía; y por el rito de los demás sacramentos, que en su mayoría se completa con la recepción de la Santa Comunión.

Respecto al contenido, dice que en este Sacramento no hay, como en los demás una virtud (fuerza, poder) otorgada por Cristo para darnos su gracia, sino que es Cristo mismo quien se halla presente; Cristo, fuente, origen de todas las gracias; Autor de toda la gracia.

¿Tenemos cabal conciencia de todo esto?

(“Cuerpo sin corazón, edificio sin cimiento”, en: Mano a mano con el Obispo de San Rafael, p. 123-124)

Naturalmente que en una sociedad, en un mundo dominado por el sentido egoísta de la vida, de la existencia, la PRESENCIA de Jesús en la Eucaristía, es un signo casi sin valor: poco o nada dice a una enorme mayoría.


(Mano a mano con el Obispo de San Rafael, p. 122)
 



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