viernes, 24 de octubre de 2014

A LOS 25 AÑOS "CIENCIA, COMPETENCIA Y PRESTIGIO"



"Hemos de rogar a San Rafael pare que nos libre del terrible demonio del egoísmo y de la estúpida envidia, disfrazado de “Celo apostólico”
"La celebración de las Fiestas Patronales siempre es un acontecimiento que el pueblo cristiano espera, prepara y festeja con gran ale­gría. Se llaman "Patronales" porque se venera al santo PATRONO con un culto especial. Según el diccionario el patrón es el dueño de casa. Cuando una comunidad elige a un Santo por su Patrón, pone bajo su cuidado todos sus Intereses espirituales y materiales Dios nos dio un cuerpo y un alma que debemos cuidar. Es un error creer que al Santo no debemos pedirle cosas materiales, necesarias para la vida; como tam­bién es un error pedir sólo eso y no preocuparnos del alma.
El Santo Patrono de nuestra DIOCESIS, el ARCANGEL SAN RAFAEL, cumple precisamente con el joven Tobías, que lo había elegido co­mo compañero y consejero de viaje, ambas funciones. En lo material: lo protege en eI viaje, le ayuda a cobrar la deuda, le hace contraer un buen matrimonio, y devuelve la visita al anciano Tobías. En lo espiritual: libera del demonio a Sara, mujer de Tobías y manifiesta que todas las buenas obras, especialmente las de misericordia, y las oraciones, él mismo las presenta a Dios.  
Al celebrar los 25 Años de la Diócesis, es importante, sobre todo en estos momentos, que volvamos nuestra mirada y dirijamos nuestros corazones hacia nuestro Santo Patrono.
En efecto, también nosotros tenemos una gran deuda que cobrar. Estamos aquí desterrados en este mundo, para conquistar con nuestro esfuerzo y trabajo, el reino del cielo. Y por eso necesitamos un poderoso intercesor para que con su ayuda y guía, peregrinando por este mundo, lleguemos con seguridad a la meta. Pero aún en este mundo, se nos deben tantísimas cosas, se nos han hecho tantísimas promesas durante tantísimos años, a cambio de nuestra confianza y de nuestra paciencia, a cambio de nuestros sacrificios, lágrimas y sufrimientos, y a cambio de la renuncia (¿obligada?) de tantas alegrías, que la deuda que se tiene con nosotros es enorme. Nos preocupa y nos aflige esta situación, que es efecto de las acciones de los hombre». Necesitamos que nuestro Santo Patrono nos ayude a todos para atinar con el camino que, en lo temporal, nos conduzca a las soluciones justas de nuestros problemas. Necesitamos sentirnos más seguros. Necesitamos, los unos, no prometer lo que sabemos que no vamos e cumplir, y los otros, no exigir lo que sabemos que no se nos puede der. Necesitamos una ayuda en lo humano, en este como caminar hacia lo Incierto, tan condicionado por los intereses de los más fuertes, de los más poderosos.

Necesitamos mayor coherencia en todo. Más que la deuda externa debe preocuparnos nuestra propia deuda interna de unos con otros. Deuda de amor, deuda de verdad, deuda de jugarnos unos por otros y no unos contra otros.

Ciertamente que para ello necesitamos una fuerte ayuda para librarnos del enemigo común, que es el diablo. El sabe atacarnos muy astutamente y de variadísimas formas. Yendo más directamente a lo espiritual: hemos de rogar a San Rafael pare que nos libre del terrible demonio del egoísmo y de la estúpida envidia, disfrazado de “Celo apostólico”, que nos libre del demonio de la soberbia y de la ignorancia, camufladas en una mal entendida actualización o discutible ortodoxia. Hemos de pedir a San Rafael que nos libre del capricho, generador de la ceguera, ofuscación y escisiones que el diablo introduce por aquellos agentes de divisiones, que se lamentan de ellas (aunque sean agentes no tan secretos, ni tan invisibles, ni tan disimulados), y que en definitiva responden al “padre de la mentira” (Jn. 8,44). Porque “quien dice que ama a Dios al mismo tiempo que odia a su hermano, es un mentiroso” (I jn 4,20). Quien habla contra sus hermanos por el simple hecho de que no piensen como él, no puede estar en el amor ni en la verdad. También el Obispo sabe, y por eso lo recuerda a los demás, que puede y debe hablar el que tenga “Ciencia, competencia y prestigio” (Lun. Gent. 37)”. (p 100-102)

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