"Todo este desconcierto que nos oprime y anula, toda esta oscuridad que
nos invade, toda esta situación degradante a que ha llegado la
humanidad, y nosotros de un modo preferencial -lamentablemente-, se debe
a que los hombres quieren conducirse, y conducir a otros por caminos
que marginan la ley de Dios. Deliberadamente a Dios se lo excluye, se
prescinde de Él, o, mejor dicho, se lo combate en la vida familiar,
personal y social" (p. 345)
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