sábado, 18 de octubre de 2014

No hay otro Señor: ¿UN REY CON MALOS AMIGOS?

Fragmento de la primera Lectura de este Domingo: "Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí, no hay dios. Te pongo la insignia, aunque no me conoces, para que sepan de Oriente a Occidente que no hay otro fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay otro". (Isaías (45, 4-6)
Fragmento de la segunda Lectura: "Bien sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido y que, cuando se proclamó el Evangelio entre vosotros, no hubo sólo palabras, sino además fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda". (Tes. 1, 5)


¿UN REY CON MALOS AMIGOS?



"La Solemne Fiesta de CRISTO REY ¿Qué significa esta Fiesta para nosotros? ¿Qué sentido tiene?
En primer lugar significa reconocer la divinidad de Jesucristo. Él es el Señor, el Dueño absoluto, indiscutido, de todo lo que existe. En cuanto a nosotros, Él pagó el alto precio de su Sangre, de su Vi­da, por nuestra libertad, por nuestra felicidad. Le pertenecemos total­mente. Cuando adquirimos una cosa ella nos pertenece, es nuestra. Así toda nuestra vida, nuestra existencia toda, debe ser de Cristo, de­be ser para Cristo. No nos pertenecemos. Somos suyos.
 En segundo lugar el reinado de Cristo trae aparejadas una serie de consecuencias para nuestra vida en el orden de la acción. Más que profesar con los labios hemos de proclamar la realeza de Cristo con las obras, con la irrefutable prueba de los hechos. La Liturgia (…) señala algunos aspectos donde se debe manifestar con mayor cla­ridad la realeza de Cristo. Su Reino es un "reino de la verdad y de la vida; reino de la santidad y de la gracia; reino de la justicia, del amor y de la paz".

VERDAD: Cristo es la misma VERDAD. Oposición total a la mentira y al engaño. Cristo es un vibrante Sí a Dios y un rotundo No al diablo. Cuando hoy miramos que a nuestro alrededor hay tanta mentira, tan­ta falsedad, tanta hipocresía —que lamentablemente proceden tam­bién de los que se titulan cristianos— debemos concluir que Cristo allí no reina aún. Hay muchos "cristianos" que con su vida de "doblez", destruyen el Reino de Cristo.
VIDA: "YO SOY LA VIDA", dijo Jesús. Es la vida sobrenatural, en primer lugar. En el Reino de Cristo debe entonarse un himno a la Vi­da... Cuántos "cristianos" generan la muerte a su alrededor! ¡En el or­den material pensemos en los abortos, provocados por madres y padres cristianos, por enfermeras y médicos cristianos que se hacen "cruces" y hasta llevan colgadas medallas, como en son de burla! ¡Cuántos inocentes e indefensos son asesinados diariamente!

SANTIDAD, JUSTICIA, AMOR y PAZ. ¡Qué Reino maravilloso donde se dan estas realidades! El Reino de Cristo no sólo reclama, sino que ofrece estos dones, estos regalos. Cristo es la Santidad, es la Justicia de Dios. Quien no acepta a Cristo no cree en la justicia, la paz, el amor. Estas cosas no se imponen por la fuerza de las armas sino por la fuerza de las convicciones. Cristo debe reinar. Si su Reino tarda en llegar la culpa es no tanto de los adversarios sino de los malos amigos..." (p. 40-41)

 

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