
La Casa de
Dios: tu cuerpo.
Dios no
necesita lugar, pero está en todas partes; Dios no necesita ojos, pero lo ve todo... El templo material (iglesia, capilla, santuario, basílica) es un lugar destinado al culto nos ayuda a concentrarnos, favoreciendo el clima necesario para la oración. Nadie en su sano juicio puede negar la necesidad de los templos y el respeto que debemos a esos lugares, no profanándolos con actitudes groseras [como aplausos, cantos inapropiados, bromas, conversaciones, etc], como la indecencia en el vestir [bermudas, ojotas, soleras, minifaldas, remeras sin mangas, trasparencias, pantalones ajustados, calzas].

Si el cuerpo, en cierto modo, es la
expresión del alma, qué pena da comprobar que muchos tienen el alma
tan vacía, tan desnuda virtudes como de vestimenta el cuerpo. ¡Qué látigo no emplearía el Señor para poner orden en tantos templos vivos, en
la vida de tantos cristianos!
("La mansedumbre del látigo", p. 271-272)
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