jueves, 20 de noviembre de 2014

¿LIBRES EN CRISTO, O ESCLAVOS SIN CRISTO?


 Al celebrar hoy la FIESTA DE CRISTO REY, reconocemos y proclamamos que el suyo es un reino que "no es de este mundo", porque en él deben imperar la verdad absoluta y la justicia verdadera; el amor sin fingimiento y sin término, como todo amor verdadero; la paz auténtica, no impuesta a la fuerza, sino como resultado de la gracia de Dios y de la santidad de los redimidos. Claro que este es un lenguaje "incomprensible" para muchos cristianos modernizados, horizontalizados, renuentes a la verticalidad de la dignidad humana. Son términos en desuso y aun descalificados por los "profetas modernos liberacionistas".



Ciertamente que todo el Evangelio va a contrastar siempre con es­te mundo de criterios, de opiniones y de aspiraciones que tanto en la teoría como en la práctica, niegan la existencia, y por ende, la nece­sidad del orden sobrenatural. Al enseñarnos Jesús a pedir "que el Rei­no de Dios venga a nosotros", se refiere precisamente a este orden nue­vo, a este orden distinto en que debe vivir y moverse el hombre para alcanzar su fin último.
Por no querer admitir y servir a Dios, que es el Dueño y Señor de todo; al no querer aceptar la doctrina y las exigencias de Jesucris­to, Rey del Universo, el hombre revive y actualiza una constante para­doja:
*   Por una parte miente, roba, mata, saquea, explota al más débil, protesta...; pero por otra, dicta leyes para castigar sus actos. In­venta formularios, requisitos, que luego trampea, elude.
*   Es renuente para sujetarse a principios objetivos, estables...; pero se encadena a "subjetivismos" inconsistentes, cambiantes, y has­ta irracionales.
*   Rechaza lo seguro, se burla de las pruebas que da la experiencia y la historia misma; pero se somete con gusto a todo lo que no ofrece garantía, y que sabe que tarde o temprano va a fallar.
*   Exige mucho a los otros; pero no ofrece nada a los demás. Rarísimas veces dice: "toma, te doy"; más bien dice "te doy para que me retribuyas". Y esto aún entre aquellos que se han "jurado" ¡amor! (matrimonio). Por eso los santos son "tipos raros", porque dan y se dan...
*   El hombre sabe que va a morir; pero vive como si nunca tuvie­ra que morir. Sabe que lo va a dejar todo (y a veces a quien menos quiere, o a un extraño, como por ej. en no pocos juicios sucesorios...); pero se aferra en acumular bienes (dinero, negocios, propiedades). No disfruta ahora por "tacaño", ni va a disfrutar después, como es evidente. ¿Es sensato vivir así?
*   Anhela, suspira por la paz; pero hace todo lo posible por extender la guerra. Quiere armonía, amor; pero siembra odio. Quiere vida; pero genera la muerte. Quiere luz; pero desencadena tinieblas. Quiere llegar a la meta; pero se sale del camino porque no acepta seguir a Aquel que dijo "Yo soy el CAMINO" (Jn. 14,6). Quiere felicidad; pero desparrama dolor y desgracia.
          
        Todo esto, y mucho más, es el resultado de la aplicación de los criterios de este mundo, opuesto a Dios. El rey de este mundo es el diablo, con todas sus diabluras. Y no le busquemos otras explicaciones ni causas a nuestros males.
          Al celebrar hoy la FIESTA DE CRISTO REY, reconocemos y proclamamos que el suyo es un reino que "no es de este mundo", porque en él deben imperar la verdad absoluta y la justicia verdadera; el amor sin fingimiento y sin término, como todo amor verdadero; la paz auténtica, no impuesta a la fuerza, sino como resultado de la gracia de Dios y de la santidad de los redimidos. Claro que este es un lenguaje "incomprensible" para muchos cristianos modernizados, horizontalizados, renuentes a la verticalidad de la dignidad humana. Son términos en desuso y aun descalificados por los "profetas modernos liberacionistas".

          Lamentablemente los hombres "no quieren que reine Cristo". Prefieren elegirse "reinas", hasta de la lechuga y de los espárragos, o del perejil. (No estamos del todo en contra de esto. Pero si hubiera por lo menos la mitad de la preocupación para que reinara Cristo, de la preocupación que a menudo se tiene para lo otro, sin duda andaríamos mil veces mejor). No se quiere a Cristo, que El reine; pero se aguantan las imposiciones de los "best-sellers", de los "modistos", de los "cantantes ídolos", del chupetín sofisticado... No quieren que reine Cristo, pero son vasallos de la droga, de la pornografía, defensores de la homosexualidad, aunque huyan del SIDA como el diablo del agua bendita. No quieren el reino cuya bandera es la CRUZ de Cristo, que redime, que salva; pero se someten al yugo de los poderosos que oprimen, que engañan como Satanás en el Paraíso a nuestros primeros padres Adán y Eva, que explotan y se burlan hasta de la misma dignidad humana.

          Muchos, por no querer amar a Dios, se someten, y sirven a las bestias. Gritan, reclaman, exigen "libertad", pero voluntariamente aceptan el yugo y las cadenas de la esclavitud del vicio y del pecado. ¡Oh, paradoja humana! (Jn. 8,34).

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